Aunque
no parezca, y me divierta más (mucho más) escribir cuando las cosas no salen
como espero, hay muchos lugares en Córdoba que me encantan y a los que, cuando
me canso de probar restaurantes distintos, indefectiblemente vuelvo. Para comer bien, para sentirme a gusto, y tal
vez, porqué no, para tomar envión e ir a
conocer algún otro nuevo en otro
momento.
También
salgo muchas veces a lugares que no están ni bien ni mal (al menos para mí)
pero que justamente por eso, no se me ocurre qué escribir. Y ni hablar de las
veces en que voy a comer a casa de amigos, colegas, parientes, porque cuando
alguien me abre las puertas de su cocina me da tanto placer que si la comida
estuvo diez puntos o dos, me da igual. Y
a fuerza de ser honesta el sólo hecho de compartir una mesa compensa cualquier
falla que haya ocurrido en las hornallas y siempre la paso bien.
Dicho
esto, hay tres restaurantes a los que voy cuando quiero comer pescados o
mariscos. Vivo en una ciudad
mediterránea y por lo tanto no es tema fácil, pero hay.
Descubrí
el Chiringuito hará un año, o un poco más.
Me atrajo el nombre, que sin dudas me traslada a España (aunque sea en
sueños durante esta interminable década ganada que no me deja cruzar el Atlántico.) Llegué recomendada por otra Navas. Es común entre nosotros pasarnos este tipo de
datos: dónde comprar buen jamón, quién vende nueces buenas, a dónde tomar un
rico café, una buena verdulería, recetas… Hay familias que se pasan datos sobre
obras de teatro, de hoteles, otros que comparten datos para comprar ropa, o de
museos, o de películas para ver.
Nosotros compartimos, entre otras cosas, datos comestibles de todo tipo.
El
lugar es sencillo y cálido. Como dice el
nombre, ni más ni menos. Por eso hay que
ir dispuesto a la simplicidad. Un chiringuito
es algo como un puesto, generalmente en la playa, donde se venden comidas y
bebidas. Lo más parecido que se me
ocurre para comparar es un carro de choris, con o sin mesas.
Te
recibe el dueño, que está siempre atrás de la barra, atento a todo lo que pasa
en salón y en la cocina. Y eso ya es un
punto a favor. Atendido por sus propios dueños es un slogan que me encanta.
Cada
vez que voy pido lo mismo y no me canso.
Chipirones fritos y papas fritas.
De postre mousse de chocolate. Para evitar problemas con la persona que vaya aclaro desde un principio que puedo compartir el pan, el agua, las papas o el postre, (pero me tocás un chipirón y te corto los deditos de a uno.) He
probado otras cosas como la merluza y las rabas que vienen con cornalitos en una
tabla que se llama Malagueña, están muy bien, pero me quedo con los chipirones,
chiquitos y crocantes, deliciosos con unas gotas de limón. También he visto
pasar paellas y pescados al horno, pero cuando encuentro algo que me gusta, me
da miedo arriesgarme así que me quedo con lo conocido que ya sé que me encanta.