martes, 22 de julio de 2014

Octava Entrega: El Fantástico

Nuevamente salgo sin reserva ¿es que no aprendo más? Lucíta querida, si salís un sábado por la noche, no tientes al destino, levantá el telefonito y reservá tu lugar. Eso de salir sin rumbo es como un viaje directo  a la frustración, sin escalas.

Quedaba para elegir lugar en la barra o mesa alta.  Mesa alta.  Las banquetas no tienen respaldo ni donde apoyar los pies.  Bueno, tienen, pero yo no llego, (eso que por mi estatura soy parte de la media alta), con lo cual, pies colgando y espalda encorvada.  Que para un trago rápido no pasa nada, pero si vas dispuesto a quedarte un buen rato, andá sacando turno con el kinesiólogo amigo porque quedás para una sesión de masajes descontracturantes seguro.

Se acerca una camarera, deja la carta y la carta de vinos con la siguiente advertencia: Chicos, si van a pedir vino, seguro que quieren Malbec, ¿no? Bueno, Malbec casi no nos queda ninguno  porque es el que más se vende. 


Hijita de Dios, querida mía, madre de mi corazón, si es el que más se vende, no te parece, digo, que es el que más deberían tener??? No!! Ese tiene mucha salida así que tenés poco!!! Mundial!!! Qué buen comienzo!!!!! Igual no sé si quería Malbec, pero ahora sí, más vale, ahora quiero Malbec. Ni Cabernet ni Sauvignon: Malbec.

Así soy.

Pedimos unas croquetas de jamón serrano de entrada (el jamón debe estar todavía en la fiambrería porque adentro de la croqueta más que queso yo no encontré) y de principal decía algo así como: Pasta con hongos en salsa de azafrán.  Le pregunté qué pasta era y me dijo: son ravioles rellenos con champignones negros ¿champignones negros? Será que los tienen fuera de la heladera hace varios días, porque sino, suelen ser bien blanquitos, pero bueno, ponele… Pedí la pasta.

Se acerca otra moza y pregunta: ¿Chicos, por acá? ¿Ya tomaron el pedido? Si, gracias.  A los dos minutos viene otra: ¿Chicos, por acá? ¿Ya tomaron el pedido? Si, gracias.  A los 3 minutos: ¿Chicos, por ac… Si nena!!!!!!!!!! ¡Ya nos tomaron el pedido! ¡Fijate si dialogás con tus compañeras! ¡Se organizan un poquito! ¡Una atiende de la mesa uno a la cuatro, otra de la cinco a la diez y otra de la once a la quince!

Sobre las croquetas ya dije suficiente así que ahora voy por los ravioles.  Eran fritos.  Boing. No es que no me gusten, pero ya había comido una fritura antes y me hubiese gustado saber que no iban a ser hervidos como es la forma habitual de cocinar la pasta.
 
De todas las mozas que merodeaban cuando llegamos ya no quedaba ninguna, así que otra vez me quedé sin postre.  Igual, adelantándome a este acontecimiento, leí qué había cuando elegí los platos anteriores y no había nada que llamara mi atención. Había flan, crema catalana y algo de chocolate. Le faltó poner creme brulee, natilla y me daba cuatro formas distintas de cocinar huevos, leche y azúcar.

El DJ ponía la música cada vez más fuerte.  No sé bien a dónde quería llegar, pero yo ya estaba a los gritos pelados tratando de charlar algo con la persona que tenía a 40cm de distancia.  Tal vez esperaba que la gente se pare y empiece a bailar, o a lo mejor subía el volumen cada vez más porque se tenía que ir a poner música a una fiesta y quería que nos vayamos todos.


Pasó un buen rato hasta que alguien se dignó a llevarse los platos y aprovechamos para pedir un trago.  Yo pedí algo dulce porque necesitaba sacarme el gusto de la fritanga y mi amigo pidió un whisky.  Trajo la medida y un vaso trago largo.  Le pedimos si podía traer un vaso de whisky y nos dijo que no les quedaban, que estaban todos usados.  Yo no soy tomadora de whisky, pero sé que no es lo mismo.  Esto pasa con varias bebidas: el café no sabe igual si lo tomás en taza o en vaso de plástico, una limonada bien fría en tacita de café tampoco, un mate cocido en copa de cristal o tomar un vino con pajita… No es lo mismo.  Y hasta acá no me había quejado de nada, ni de los pies colgando, ni de la música altísima, ni del faltante de jamón, ni de los ravioles fritos, ni de la falta de atención.  Así que me lo merecía: le pedimos si tenía otro tipo de vaso.  Volvió con otro (que era de cerveza y me dijo con todo el odio del mundo: ¿Te gusta este? ¿Decime, este sí te gusta? Jaja, si, me encanta ¿para qué te voy a decir otra cosa?  No me vas a entender, y no quisiera imaginar qué sos capaz de hacerle al otro vaso que si yo insistiese en pedir fueses a buscar  a la cocina.  Lo dejamos acá que al final entre cerveza y whisky a esta altura la única diferencia son las burbujitas, no?

Barrio Güemes 05 de Julio de 2014

3 comentarios:

  1. que bueno! ! como me divierto con cada nueva publicación. .. salí más seguido! !!!!

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  2. El restaurante al que te referís creo que es "El Fabuloso", parecido pero para que la gente sepa bien cual es.

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