lunes, 23 de junio de 2014

Cuarta Entrega: Agarrar... Atrapar...

Salgamos a comer a algún lugar  lindo, con onda, rico… Pensé, busqué, volví a pensar, volví a buscar, busqué otra vez hasta que finalmente eliminé alguno de los requisitos porque no se me ocurría ninguno que reuniera los tres (fuera de los restaurantes a los que suelo ir).  Mi amiga (con la que salía) me pasa un dato.  No lo conocía.  Busco en internet, me fijo los comentarios (con los que no suelo estar de acuerdo), consigo un teléfono y llamo.  Me atiende una chica.  Le pregunto si abrían esa noche y me dice sí, obvio.  Bueno, para mí no es tan obvio porque de la semana no abren todos los días, pero te la dejo pasar.  Ok. Te reservo una mesa para dos.  Dale, ¿para cenar? No, para hacerme el brushing, si nena, para comer, normalmente cuando pido reserva en un restaurante es para comer.
Llegamos a las 21 y la recepcionista (que por el look seguramente era la misma de obvio) estaba sentada en la barra con su teléfono (probablemente  chequeando las reservas aunque me inclino más por un chequeo de facebook, o intentando pasar un nivel de candy crush.
En fin, se acerca la mesera, tan mona, amable y atenta como inútil y poco capacitada para el puesto.  No te pido un guante blanco estilo Alvear, pero esta camarera ni la mesa en su casa debió haber puesto en su vida.  Nos deja la carta. Le doy una mirada y ya en este punto ameritaba llorar, pero me contuve.  Vuelve para tomar el pedido y le pregunto algunas dudas sobre los platos (no es que el chef se había quemado el coco armando la carta, pero por ahí había usado nombres tan raros que más bien parecían un gran acertijo y no una descripción de lo que ofrecían.  Total que no tenía la menor idea de lo que le estaba preguntando, capaz que si le preguntaba qué había hecho durante el día tenía más tema de conversación, pero claro, a mi poco me importaba eso.  Así que tampoco la compliqué tanto y pedí lo que me parecía que podía andar medianamente bien. 
Después le pregunté si tenían vino por copa, me miró como si le hubiese pedido sopa de elefante.  ¿Copa? Si claro, no lo servimos en vaso, te traigo las copas para tomar el vino si querés.  ¿Qué vino te gustaría? No, te pregunto si te puedo pedir una copa… ah… mmm, no sé… pregunto… Vuelve, no, por copa no, solo la botella entera.  Ok, no importa, traeme un agua no más.  Vuelve al rato y me dice, si querés hay tragos que vienen en vaso del tamaño de una copa.  Claaaaaaro, ahí está, podría ser un yogur de frutilla también, si total, para el caso, es rosa, es líquido y se bebe, no? Más o menos parecido.  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 mil, 8 mil, respiro profundo, inhalo, exhalo.

Para qué contar el resto si con un comienzo así el desarrollo y el final no tienen muchas opciones, no? Jajajaja.  ¿Que cómo estuvo la comida? Ah, si, hermosa charla con mi amiga y aunque más no sea, divertido tema de conversación en el trabajo hoy. 

Cerro de las Rosas. Córdoba. 11 de Abril de 2014

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